martes, 23 de septiembre de 2008

Su Grito

Un día como hoy, 23 de septiembre de 1868, se llevó a cabo uno de los pocos levantamientos armados del pueblo de Puerto Rico, recordado como el Grito de Lares. El gobierno español oprimía a sus colonias de forma tal, que ya era imposible resistir. Quizá observando el ejemplo de hermanos y hermanas en latinoamérica, quienes se rebelaron contra el gobierno y lograron su independencia, los puertorriqueños vieron un aire de esperanza. ¡Era posible ser libre del gobierno español!

Los llenos de esperanza y ansiosos de recibir libertad de todo aquello que los oprimía, liderados por el Dr. Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis, planificaron la lucha por esa libertad para el 29 de septiembre en Camuy. Lamentablemente el gobierno español en la isla se enteró de sus planes, y pronto arrestaron a varios sospechosos. Decidieron entonces adelantar la fecha y comenzar con la lucha, capturando así el pueblo de Lares, la plaza, saqueando edificios de gobierno y negocios de los llamados insulares (españoles). Luego se adentraron en la Iglesia y colocaron la bandera creada por Mariana Bracetti en el altar de la misma, proclamando así la República de Puerto Rico bajo la presidencia de Francisco Ramírez Medina, ofreciendo libertad de la opresión del gobierno español y libertad a todos los esclavos.

El Puerto Rico de hoy no es uno muy diferente. Al igual que en aquellos días, sufrimos opresión. La opresión de una sociedad acostumbrada a vivir subyugada y regida por el pecado, por los placeres pasajeros y por la búsqueda de una felicidad efímera. Sumergidos en problemas familiares y económicos, sin esperanza, y añorando una libertad verdadera.

Es entonces cuando escucho Su grito y se hace eco en mi mente y mi corazón...

"Si el Hijo te liberta, serás verdaderamente libre" (Juan 8:36)

Libre de la opresión, yugo y reino del pecado, el Hijo también te perdona.
Libre de la búsqueda de la felicidad, el Hijo llena tu corazón de felicidad eterna.
Libre de vivir sin esperanza, el Hijo es la esperanza personificada.

El es la verdadera libertad que buscas día a día y afortunadamente, el desea que le encuentres, no mañana, no en el futuro lejano, pero hoy. No permitas ser engañado, no te permitas a ti mismo continuar viviendo una vida sin El.

¡Acepta al Hijo, recibe su libertad!

Hno. José

lunes, 18 de agosto de 2008

¿Cuánto puedes levantar?


El pasado 13 de agosto en las olimpiadas de Beijing 2008, el pesista húngaro Janos Baranyai, de 24 años, sufrió un accidente (puedes ver el video aquí http://www.youtube.com/watch?v=uI0Zl-tMRf4atch?v=uI0Zl-tMRf4?v=uI0Zl-tMRf4v=uI0Zl-tMRf4). Mientras intentaba levantar 148kg o 326lbs, su codo se dislocó, cediendo al fuerte peso sobre su cuerpo.
Todos tenemos un momento como este. Un episodio en nuestras vidas donde quizá por diferentes razones nos sentimos cargando mucho peso. La presión de la sociedad de ser perfectos físicamente, la presión de hacer "lo que hace todo el mundo" y "como hace todo el mundo" muchas veces puede ser extenuante. Pero hay un peso mucho más fuerte que muchos de nosotros cargamos día a día.
Es el peso de la soledad. Ese pensamiento que te acompaña en tu cama. Ese adversario que piensas que venciste ahora que tienes una pareja, pero te sigue visitando en las noches. Ese enemigo que pensaste que dejaste atrás ahora que tienes tus hijos y tu familia, pero aún entre ellos se pasea como tu dueño. Ese vacío intenso que poco a poco carcome tus alegrías, dejando atrás un vacío mayor. Este es el peso más grande que podemos intentar cargar.




Jesús dijo; "Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré" - Mateo 11:28 (BL95).
¿Te sientes cansado de vivir llevando tus propias cargas? Ven a Jesús, y como yo y muchos otros, encontrarás alivio y descanso para tu vida.
Hno. José

viernes, 15 de agosto de 2008

La respuesta a mi gran pregunta

El Puerto Rico en que vivimos hoy (y el mundo en su totalidad) es uno religiosamente complejo. Podriamos decir que la gran mayoría de las personas tienen diferentes prácticas, ritos, reglas, formas de hacer y de tener relación con algo o alguien que llaman Dios. Como cristiano, muchas veces me pregunté; ¿cómo se que vivo y tengo una verdadera relación con Dios? ¿es mi manera la mejor, la única? Es entonces cuando comence a profundizar en mi mismo, buscando una respuesta.

Mi primera respuesta fue, la Biblia. Como cristianos, se nos enseñó la supremacía de la Biblia, como el único libro inspirado por Dios. Aunque comparto ese pensar, me di cuenta que el Cristianismo no es la única religión con un libro sagrado. Los Musulmanes tienen el Korán, los Judíos tienen La Torah y así sucesivamente, toda religión tiene escritos que consideran sagrados o escritos que son centrales a sus creencias. Entonces entendí que la Biblia no era la respuesta.

Mi segunda respuesta fue mi experiencia personal e íntima con Dios. Sentirme dirigido, amado y cuidado por Dios es algo realmente hermoso que puede experimentar toda persona que rinda su corazón ante El. Pero para mi sorpresa, esta respuesta tampoco me convenció. Vemos en las noticias, todas las semanas, como Musulmanes dan su vida voluntariamente por sus creencias, en ataques suicidas. Que quede claro que no apoyo tales acciones, pero es digno de admirar que cuando a un cristiano se le pide ayuda para trabajar o ayudar en algo, lo piense pero un Musulman entrega su vida voluntariamente, dirigido por sus creencias, amado y respetado por su familia y amigos, pensando que en el más allá sera cuidado por Aláh. Entonces entendí que mi experiencia de relación con Dios, aunque hermosa, no era la respuesta.

Mi tercera respuesta fue los dones del Espíritu, lo sobrenatural de Dios actuando en la Iglesia y en nosotros. Presenciar milagros de sanidad, milagros de vida, el hablar en lenguas y haber interpretación de las mismas y ver a Dios edificar su Iglesia a través de los Dones es algo maravilloso. "¡Esta es la respuesta!" - pensé por mucho tiempo. Hasta que conocí a John. John es un joven que conocí en un taller teológico en la universidad donde estudio. Nos conocimos en la guagua de la universidad que nos transportaba hasta el tren. Lo había visto durante las conferencias, creo que éramos los únicos en todo el auditorio menores de 25 años, así que le extendí mi mano y me presenté, para mi sorpresa; ¡John es Mormón! Luego de presentarnos y hablar de tonterías, le dije "¡En mi iglesia, Dios se mueve de una manera sobrenatural! He vivido sanidades y presenciado otros milagros, esto me asegura que Dios está con nosotros. ¿Tienes tu tal seguridad?" Para mi sorpresa, John sonrió y me dijo "¡Claro! Hace dos semanas Dios sanó de cancer a un hermano de nuestra congregación, oramos por el y Dios obró." De mas está decir que su respuesta me sorprendió. Luego continuó hablando de diferentes milagros y eventos que han sucedido y que había experimentado. De más está decir que yo estaba desesperado por llegar a la estación del tren. Llegamos al tren y John me preguntó para donde me dirigía, da la casualidad que ambos ibamos para la misma estación de regreso. Mientras estábamos en el tren, John me comentó que yo era un cristiano diferente, ya que aun no le había llamado 'hijo del diablo' o 'hereje, falso maestro'. La realidad era otra, ¡en mi mente se lo decía una y otra vez! ¡Yo no podía creer lo que estaba escuchando! Para hacer la historia corta, terminé llevando a John a su casa, intercambiamos teléfonos y quedamos en luego volver a encontrarnos. Entonces entendí que los dones, los milagros divinos, aunque inexplicables, no era la respuesta.

Buscando una respuesta, leo del Apostol Pablo, en su primera carta a los Corintios me escribió;

1Corintios 12:31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.
1Corintios 13:1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
1Corintios 13:2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
1Corintios 13:3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.


¡Wow, que respuesta! Por años como Iglesia nos hemos enfocado en la teología con sus dogmas y doctrinas, en la bendición de Dios, en la economía de nuestras congregaciones, en la dinámica del Espíritu y nos hemos olvidado de lo más importante y básico, el amor. Recordé que en una ocasión a Jesús le preguntaron cuál mandamiento era el más importante, veamos su respuesta;

Mateo 22:34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.
Mateo 22:35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:
Mateo 22:36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
Mateo 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Mateo 22:38 Este es el primero y grande mandamiento.
Mateo 22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.


Comprendí que si amamos a Dios como dijo Jesús, nunca actuaremos de manera que le ofenda y si amamos a nuestro prójimo como dijo Jesús, nunca le haremos mal, cumpliendo así con las demandas de Dios. Habiendo encontrado mi respuesta, surgieron de mi interior otras preguntas.

¿Qué es el amor?

Me parecía una pregunta sin respuesta, pero como buen estudiante, busqué respuestas. La Real Academia Española define el amor como;

amor - sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

Aprendí que el amor es algo que no se puede experimentar en la soledad ni en el aislamiento. El amor se comparte, y si no se puede compartir, no es amor. La Biblia no contiene una definición textual sobre qué es el amor, pero nos presenta claramente qué hace y como actúa el amor;

1Pedro 4:8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.

Dice el versículo que tengamos entre nosotros ferviente amor. La palabra ferviente en griego es algo así como extender o estirar. Nuestro amor por nuestros hermanos y por las personas que no conocen a Dios, debe ser un amor que se extienda, que se estire y que cubra sus faltas y errores. Significa que amemos sin condición, sin discrimen y sin límites.

También encontré;

1Corintios 13:4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
1Corintios 13:5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
1Corintios 13:6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
1Corintios 13:7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.


Por mucho tiempo pensé que este amor de primera de Corintios era el amor de Dios para con los hombres, pero recordé las palabras de Pablo tres versículos atrás; "Si yo...y no tengo amor..." ¡Wow! Este amor que es sufrido, benigno, sin envidia, etc., es el amor que practica todo aquel que dice conocer a Dios. Llego a la conclusión de que el amor que enseña la Biblia no se predica, se practica.

¿Cómo trabaja el amor en la Iglesia?

Este amor que parece dificil de tener, no proviene de nosotros únicamente;

Efesios 3:17 Que habite Cristo en su hombre interior mediante la fe, y en sus corazones por medio del amor, fortaleciéndose su raíz y su cimiento,
Efesios 3:18 para que sean capaces de comprender juntamente con todos los santos cuál es la altura, la profundidad, la longitud y la anchura,
Efesios 3:19 y de entender la excelencia del conocimiento del amor del Cristo, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.


Dice el versículo 17 que Cristo mora en nosotros mediante la fe y por medio del amor. ¡La fe y el amor van de la mano! También dice que ese amor fortalece nuestra base (o raíz) y nuestro cimiento. Ahora entiendo que el vínculo perfecto del amor es la fuente de estabilidad y la base para el crecimiento en la Iglesia. Donde hay amor que se extiende, no hay peleas, discusiones, enojos y si hubieran diferencias, fueran tratadas de una manera tan amorosa, que no crearía división. Una congregación con amor ferviente es una congregación en constante crecimiento espiritual y numérico.

El versículo 18 nos da una clave para tener éxito. Para poder comprender el amor de Dios y el amor que Dios desea que mostremos, tenemos que hacerlo 'juntamente con todos los santos'. Esto me recuerda la definicion de amor que encontré en el diccionario. Solos somos insuficientes para comprender el amor de Dios. ¡Juntos como Iglesia, podremos comprenderlo a su máxima capacidad y demostrarlo a quien lo necesita en su máxima expresión!

El versículo 19 me impactó para siempre. Hay que entender Su amor primero para luego poder ser llenos de 'toda la plenitud de Dios'. Nadie puede decir que está lleno de Dios y no demostrar amor, eso es en contra de lo normal. Primero conocemos a Dios y su amor para con nosotros, luego ese amor lo demostramos a nuestros hermanos y hermanas en la fe y por último, ese amor que se extiende llega a los perdidos, los alcanza, los marca y los transforma.

Otro versículo que me fascinó fue;

Romanos 12:9 Sea su amor sin fingimiento; aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno.

Muchas veces somos expertos en decidir qué es malo y qué es bueno, pero se nos olvida que debemos amar con amor ferviente, pero sin fingimiento. Sin aparentar, sin imitar, en palabras poco bonitas, sin hipocresías. Este último versículo me da a entender por qué muchas personas no desean asistir a una iglesia. Ellos necesitan de Dios, lo saben y lo sienten. Ellos desean ser amados, lo saben y lo sienten. ¡Pero perciben un amor fingido! Ahora entiendo por qué muchas personas me dicen "José, es que las iglesias estan llenas de hipócritas." ¿Podrán tener razón? ¿Estaremos fingiendo amor en vez de amar en realidad? Solo espero que te tomes un momento para pensar y reflexionar. ¿Amas o finges amar? ¡Dios es amor, amor y más amor! ¿Qué esperas para recibir de El su amor?

Hno. José